Es muy probable que conozcas a Superman, un superhéroe fuerte, veloz, resistente y bondadoso, con la capacidad y voluntad para salvar el día y ayudar a otros, hay mucho que se puede aprender de este personaje, pero por desgracia al ser un héroe de ficción es tan perfecto que sencillamente no es realista y en la vida real las personas tenemos capacidades mucho más limitadas y aunque en primer momento pueda parecer cruel, la verdad es que no podemos salvar a nadie.
En ocasiones podemos confundir la voluntad de ayudar con la necesidad o aún peor la obligación de salvar a otros, ya sea por cariño, empatía o buena voluntad, queremos evitar que los demás sufran o tengan problemas, lo cual es sencillamente imposible, cada persona es responsable al 100% de su bienestar y todos en mayor o menor medida nos
vemos retados por la vida, sea una consecuencia de nuestros actos o por alguna casualidad desafortunada que nos eligió, con la única opción de buscar soluciones al ritmo y de la forma en que mejor nos funciona.
Por lo tanto, así sean nuestros familiares, amigos cercanos, pareja o alguna otra persona a la que le tengamos mucho aprecio, hay que saber respetar los límites y permitir a los demás explotar su fuerza, no obstaculizarles la oportunidad de crecer y conocerse mejor, de superarse, aprender de las adversidades y fracasos que enfrenten, incluso a los hijos que están bajo nuestro cuidado, poco a poco se les debe dejar ir, permitirles conocer el mundo y encontrarse con dificultades para que crezcan a partir de ellas.
¿Significa eso que debes dejar de ayudar a otros? Claro que no, si alguien pasa por un mal momento, se enfrenta a un gran reto o incluso si quiere celebrar un triunfo, puedes escucharlo, reconfortarlo, ofrecer un consejo o tu experiencia, celebrar sus victorias y hacerle saber que cuenta contigo, que crees en esa persona y en su potencial, porque la compañía, el amor y la calma que nos aportan otras personas es una bendición, solo no debes olvidar que se trata de sus batallas y sus triunfos, no los tuyos.
Otra cuestión importante para recalcar es el hecho de que algunas personas no desean recibir ayuda, no nos corresponde juzgar el porqué, simplemente debemos reconocerlo y también en estos casos aceptar nuestras limitaciones, no cerrarse o frustrarse por lo difícil y dolorosa que pueda resultar la situación, es complicado lo sé, no es fácil resistir el impulso de intervenir, pero es necesario, no te permitas perder tu propia paz intentando pelear una guerra que no te corresponde, para algunas personas el camino del auto descubrimiento es más difícil y necesitan tocar fondo para poder elevarse y brillar, ahí podrás estar para darle ánimos, un pequeño empujoncito extra y también ver como se supera a si mismo.
Si alguien busca tu ayuda no dudes en brindarla, pero nunca olvides que de la única persona de quién eres 100% responsable es de ti, cuídate, amate y procura hacerte florecer, el bienestar es contagioso y si tú te sientes de maravilla seguramente motivarás a los que te rodean a buscar su propio bienestar, hay suficiente luz en este mundo para todos, es cuestión de permitirnos encontrarla.
Un artículo de Abel López Robles