En la escena, los gobiernos entrantes, de forma más cercana, los presidentes municipales y sus equipos de trabajo. En los municipios del bajío la expectativa es alta, desde alcaldes jóvenes y con mucha visión hasta los que repiten con toda la experiencia en sus hombros. Dentro de sus equipos de trabajos perfiles de todo tipo asumimos desde el pasado 10 de octubre puestos que en poco se verán de frente con el malestar ciudadano, donde la falta de ciudad es un tema cada vez más recurrente.
La diplomacia de las ciudades conlleva un equilibrio entre gestión política y capacidad técnica, es decir no basta con tener un excelente técnico en las filas de la administración pública, también es necesario saber gestionar recursos y proyectos. Esta estrategia permitirá construir sobre lo importante y no sólo sobre lo urgente o lo cotidiano.
Subirse al tren, en vez de detenerlo, es una de las claves para no fallar en el intento. El caso para observar cualquier proyecto de la 4t, si uno quiere imponer nuevas ideas es muy peligroso parar la maquinaria burocrática que aunque lenta se mueve, y para no fallecer en el intento es indispensable consultar al quipo que aún queda de entre los que no han pasado por las guillotinas de oficialía mayor. Los equipos de trabajo, una de las mejores herramientas para todos aquellos que nos subimos a este barco llamado servicio público, en el cual sólo no se llega a ningún lado, valorar lo que se hacía bien, revisar lo que se puede mejorar y eliminar de tajo lo que antes de ser citado por la auditoria se hacía mal.
Me ha tocado ver en apenas una semana de trabajo un tal efecto gelatina, mucho movimiento pero ningún avance, siempre el delegar permitirá construir las partes importantes de una meta clara, esto si la cabeza sabe a dónde vamos. Por cierto el delegar no termina en los que están dentro de la nómina de presidencia. Si uno no usa los ojos de la ciudadanía, cae en el peligro de no ver más allá de lo que el horizonte de su escritorio lo deje ver.
Es momento ya de hacer malabares con las migajas de lo que queda en las administraciones, afortunados los que encontraron finanzas sanas, pero más afortunados los que tienen material para comenzar a trabajar. Los que se van dejan huella, pero es importante poner en balanza lo que sirve y lo que no, un plan de trabajo se traza cada trienio, en temas de ciudad, la visión no debería de ser menor a una generación completa.
Guardar y hacer guardar las leyes, conlleva y cuidar y construir una ciudad que aunque caótica en ocasiones, la habitamos y disfrutamos, hacer el territorio es una tarea de todos, éxito a todos los encargados de construir ciudad, sobre todo a aquellos que desde la trinchera del sector público, tomamos un papel para servir a la sociedad.