OPINIÓN .-
Del escritorio interino al tablero del poder: el político que siempre gana.
En Apaseo el Grande, donde los apellidos pesan más que las siglas de partidos, pocos políticos pueden presumir una trayectoria de victorias consecutivas.
Gustavo González Herrera pertenece a ese grupo reducido. Su nombre, discreto pero constante, aparece una y otra vez detrás de cada proyecto ganador.
Desde los primeros años de este siglo, cuando coordinó el área de Fiscalización durante la administración de Manuel Buenrostro, González Herrera aprendió una lección que en política vale más que la ideología: entender cómo se gana. Y lo ha hecho siempre.
De partido en partido, pero nunca fuera del poder
Su carrera ha transitado por el PRI, Convergencia, el PAN y recientemente ha tocado la puerta de Morena. Pero lo importante no ha sido el color, sino el resultado. En todos los proyectos donde ha participado —como síndico, regidor, secretario particular o presidente interino—, el triunfo ha sido la constante.
Cuando colaboró con Ernesto Vega Arias desde Convergencia, el equipo ganó. Con Moisés Guerrero Lara en como regidor de oposición por el PAN, el proyecto también triunfó. Incluso fuera del municipio, con Miguel Ángel Sánchez en Apaseo el Alto, repitió la fórmula.
Y más tarde, al lado de José Luis Oliveros, su influencia y operación ayudó a consolidar una estructura electoral que llevó al PAN al gobierno en 2021, e incluso a la creación e impulso de perfiles en puestos de regidurías, que en su momento le han traicionado e intentado usurpar el liderazgo comunitario que ha construido por más de 25 años, sin éxito alguno.
Gustavo González Herrera no solo ha sabido ganar elecciones: ha sabido construir gobiernos. Su especialidad ha sido la operación silenciosa, esa que define los resultados en las urnas.
La estructura invisible: lealtad y estrategia
Quienes lo conocen afirman que su verdadero poder no radica en el cargo, sino en la red que lo acompaña. Una estructura afinada con los años, integrada por operadores leales, funcionarios formados en distintas administraciones y simpatizantes que confían más en su estrategia que en cualquier bandera partidista.
En municipios donde la política se improvisa cada tres años, González Herrera representa lo contrario: continuidad, método y control. No es ideólogo ni tribuno: podría ser un estratega local. Y en política local, eso es oro puro.
De azul a guinda: el movimiento que reacomoda el tablero
Su salida del PAN y su intento de incorporarse a Morena no fueron un salto al vacío, sino un movimiento quirúrgico. En un Bajío que se redefine tras el fin de los viejos equilibrios partidistas, González Herrera sabe que el poder ya no está en las cúpulas, sino en las estructuras territoriales, y eso él lo sabe operar a la perfección.
El gesto bastó para mover piezas en toda la región y en todos los partidos. De inmediato, surgió la pregunta que hoy resuena en el panorama político de Apaseo:
¿Quién de los grupos de Morena se hará con la estructura, la visión, poder y la estrategia de Gustavo González Herrera?
Porque, aunque algunos lo malinterpretaron como una búsqueda de candidatura, él mismo ha dejado claro que no la quiere: ya fue presidente, y no necesita repetirlo. Su papel ahora parece otro: el de quien observa el tablero y decide con quién jugar.
Su llegada ha movido a los grupos acartonados en el poder que creen merecer por estadía un espacio que se han dedicado a perder elección tras elección.
La lectura política: el valor de quien sabe ganar
El caso González Herrera revela una verdad incómoda para muchos partidos: no basta con tener discurso, hay que saber ganar. Y él lo ha hecho una y otra vez a pesar de los colores.
Mientras algunos lo acusan de pragmático, otros lo ven como el eslabón que puede garantizar gobernabilidad y estrategia en un municipio donde las pasiones suelen desbordar la técnica. Su figura incomoda porque representa algo escaso en la política actual: experiencia real y resultados verificables.
Si Morena decide aprovechar su estructura, podría convertir una jugada polémica en una victoria inevitable.
Si la desperdicia, confirmará lo que Apaseo ya sabe: que las siglas pasan, pero los operadores que saben ganar son los que realmente mandan.
¿Qué grupo arropará a Gustavo y su basta estructura territorial?
En tiempos de improvisados, Gustavo González Herrera sigue siendo —para bien o para mal— el político que nunca pierde.